Cuban Theater Digital Archive

El diario de Ana Frank

Translation (Spanish)

El testimonio ingenuo de una adolescente judía sobre los años de encierro que vivió junto a su familia. Y un reducido grupo de amigos, para intentar sobrevivir a la persecución de los fascistas durante la Segunda Guerra Mundial, es el punto de partida de una historia conmovedora.

Ana Frank, no se propuso dejar un legado aleccionador para el futuro. Escribió sus más íntimas confesiones bajo los impulsos irrefrenables de la edad y, por supuesto la necesidad de sobreponerse a la rigidez del espacio en el que pasó más de dos años de privaciones, en el momento justo en el que comenzaba a imaginar un horizonte más ancho para su propia vida.

Tras el holocausto, el diario encontrado por azar se hizo público. El relato trascendió fronteras y se erigió en otra prueba irrefutable contra la genocida campaña nazi. Desde su cotidianeidad y su falta de pretensiones acusatorias evidentes, la denuncia alcanzó dimensiones universales. El eco de los pasos y las palabras susurradas, contenidas y apagadas de estas personas, con el tiempo se multiplicó a través de los gestos y las acciones de los hombres y mujeres que, en distintas partes del mundo y en circunstancias regulares, han permanecido y permanecen bajo las apremiantes amenazas de opresión, la xenofobia, las guerras y cualquier otra forma de dominación de unos hombres sobre otros.

De cierta manera, como ocurre con los mitos clásicos, conocemos el final de la historia. En este espectáculo no debemos procurar el hilo que nos lleve al centro de un conflicto dramático realista habitual. Tal vez, ni siquiera después, más allá de las contradicciones humanas, que unen y separan a este grupo de personajes, lo significativo es la situación en la que por maldito azar, se hallan definitivamente apresados.

A pesar de la patina del tiempo que difumina los contornos y que envejece las imágenes y los recuerdos, la mirada de reclamo de estos judíos persiste. Ni las migraciones forzosas, ni los excluidos se han convertido en parte de la memoria. Todo lo contrario a destruir viejos muros, otros son levantados a fuerza de sangre y violencia, muchas veces enmascaradas. Y contra esas formas de violencia, que ya no diferenciamos por su inmediatez acostumbrada, es que pretende alzarse la nueva obra de Tony Díaz y la Compañía Rita Montaner.

Vuelven las fuentes literarias a servir de estímulo a este director y a esta compañía. Vuelve la palabra a contener las imágenes teatrales y a centrar el rumbo de los acontecimientos escénicos. Vuelven las transparencias y las superposiciones espaciales, sonoras y temporales a reordenar el paso aleatorio del tiempo, la acción y los recuerdos. Vuelve a ser la escena una provocación para la metáfora que desgarre por el dolor confesado y alivie por la entereza humana, humilde, sencilla de hacer un alto en la marcha apresurada, para apostar nuevamente contra el olvido y la indiferencia.

Tal vez en esa inefable acción, se reconozca el aliento vital que mantiene abierto El Diario de Ana Frank.

Eberto García Abreu 
 





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